El nacimiento de lo extraño
Editorial Cartografías, 2019
Río Cuarto
Beca de Creación - Fondo Nacional de las Artes
cegados por cenizas
los niños
atienden un pétalo
que arde.
Un infinito
donde sólo hay
más infinito
sus manos abiertas
proyectan una imagen luminosa
como en un cine y grandes nubes grises
se acomodan alrededor nuestro;
miramos el film mudo
donde una mujer
camina toda la noche
y dos ángeles de estupor
la acompañan y sostienen
Texto de contratapa: Gabriela Milone
En
la oscuridad, alguien camina. Y lo hace no por solaz, no por necesidad, no por
entrenamiento. Lo hace por una urgencia sagrada. Por un llamado sin voz. Por una premura desconocida. Un cuerpo que no
resiste, camina, (se) brota, como los despuntes de un damasco observado en la
blancura incomprensible de una noche. Brota un cuerpo y hablan las lenguas de flores
parlantes. La que escucha, la que ve, es una niña que registra trazos de esa
extrañeza, que asiste a su nacimiento. Lo extraño así nace en forma de
constelaciones de piedra, de geografías perdidas, de lenguas en racimos como
flores sin destino. No se ve un paisaje, sino un film mudo, con fondo de
montañas, cuyos protagonistas son una mujer que camina toda una noche, un hombre
que observa un damasco, una niña que sospecha. Nadie sabe lo que puede el
cuerpo de una madre. Y nadie nunca sabrá tampoco lo que puede la voz de la hija
escriba. Que hablen las lenguas de las flores blancas: sus palabras nunca
buscarán la exactitud del registro, sino que abrirán paso a los signos de una
noche. Una ruta a oscuras, un cuerpo brotando fuera de sí, un cielo tejido de
estrellas, una pregunta hecha de imágenes de flores y vírgenes y lechuzas y sangre.
Nace lo extraño aquí, en esta escritura, con la sutileza de una voz única. Sus
hilos tensan las filiaciones y afinan la trama de un abismo tan ajeno, tan
propio. La voz no parece quebrarse ante el recuerdo doliente de la ausencia, en
la noche, de la madre que nadie sabe cómo ha huido de su cuerpo en su cuerpo,
poniéndolo a andar inusitadamente. Lo extraño nace y se hace letra que punza en
una palabra, trazo que raya en un dibujo. Y así, busca templar la voz en la
indagación oscura y espectral, pero no para volverse reclamo a una madre fugaz
y peregrina por una noche, sino para abrirse a una singular dramaturgia de hija
que aloja lo extraño como un tesoro de nombres perdidos.